viernes, 10 de diciembre de 2010

Cinco años después: V for Vendetta

-I know of no reason why the gunpowder treason should ever be forgot.-

Soy como esos alumnos que llegan a clase faltando diez minutos y todavía tienen el descaro de participar; o como aquél que llega a un concierto en la última canción y, una vez acabada ésta, clama ¡otra, otra! Pero, ¿qué le vamos a hacer? El otro día volví a ver V for Vendetta, dirigida por James Mcteigue y escrita por los hermanos Wachowski (basada en la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd), y realmente tengo ganas de decir una que otra cosa sobre esta película.

V for Vendetta tiene mucho de interesante. Su uso del lenguaje, por ejemplo, es realmente poderoso y emotivo, capaz de entusiasmar al espectador simplemente con el ritmo de las palabras. También la creación de los personajes deja mucho. Un ejemplo puede ser el personaje verdaderamente trágico que es el Inspector Finch. Trágico por que, como Edipo, no puede escapar a su destino: al final, tiene que permitir que Evey jale la palanca del tren por que reconoce (anagnorisis) que su destino es la justicia y la verdad, incluso cuando eso significa reconocer, a su vez, que todos esos años en los cuales el creía haber defendido la justicia y el orden, en verdad había sido parte de una estructura política terrorífica.

Pero lo que me interesa resaltar es que esta película, como muchas otras adaptaciones de cómic a pantalla grande, se inscribe dentro de la llamada ficción de superhéroes y es, así, parte de la “cultura de masas” o, en términos de Adorno y Horkheimer, de la “industria cultural”. V for Vendetta fue producida por Warner Bros., a la cual pertenece también DC Comics (donde fue publicado el cómic), siendo así una película de tirada comercial que, además, tuvo un montón de éxito. De más está decir que, como en todo, hay productos de la cultura de masas que son buenos, productos que son regulares y otros que son malos, y la calidad o no calidad puede depender de muchas cosas. Lo que quizá defina a este tipo de productos (muy esquemáticamente), más allá de la calidad, son los siguientes puntos: 1. La producción masiva gracias a medios de reproducción técnicos, y, por ende, el alcance de estos productos en diversos sectores de la sociedad y 2. El uso de formas genéricas muy particulares y reconocibles (la estructura de la telenovela, de la sit-com o de las chick-flicks, por ejemplo). Justamente me interesa este segundo punto ya que, en mi opinión, con V for Vendetta nos enfrentamos a una película que, utilizando muchas de las formas típicas de la ficción de superhéroes, logra transformarlas para ser una obra profundamente subversiva.

Es por eso por lo que me interesaba hablar de Adorno y Horkheimer ya que su postura es, quizá, la crítica más radical y talentosa en contra de los productos de la cultura de masas. Para ellos, la industria cultural, al ser propiedad de las clases altas y en el poder, al repetir las mismas fórmulas una y otra vez, es una forma de clasificar, organizar y manipular a los consumidores, es decir, que es una forma de suministrar a las masas una serie de deseos y de valores que terminan por homogeneizar las diferencias entre sujetos y por reprimir, al ser productos predecibles y repetitivos, su capacidad pensante.. “La industria cultural ofrece como paraíso la misma vida […] de la que se quiere escapar” (p. 186). La ficción de superhéroes no sería la excepción, y menos si recordamos que los dueños del trade-mark “superhéroe” son DC Comics y Marvel. Para mí, sin embargo, en V for Vendetta, e indudablemente en otros lados también, podemos ver la reformulación de un género de la cultura de masas que sin duda intriga al espectador y lo hace pensar. En mi opinión, si algo nos deja V for Vendetta es pensando. A continuación expondré un par de puntos sobre cómo lo logra.

La película se desarrolla en una Inglaterra dominada por un estado totalitario y militarizado, conservador e intolerante. Las calles son vigiladas, las conversaciones oídas, la opinión manipulada. Todo bajo el mando de un hombre, ex dirigente del ejército y líder absoluto del país. En este clima surge V, un superhéroe extraño pero que, como todos los otros, usa un disfraz. Al igual que muchos (Batman o Spiderman, por ejemplo), su disfraz es un símbolo, pero en este caso lo que simboliza no es el origen del héroe (un murciélago, una araña), sino que su disfraz, Guy Fawkes, simboliza su fin: destruir el Parlamento. Al igual que otros héroes tiene su guarida, The Shadow Gallery, llena de cosas censuradas. Pero, fuera de esto, lo que define a un superhéroe como tal es, por un lado, su naturaleza o su transformación en algo ajeno al hombre común, y, por el otro, el hecho de que el superhéroe lucha por la justicia o el bien de forma individual. Incluso cuando trabajan “en equipo”, el equipo está hecho de semejantes (X-Men, etc…), es decir, no representan a la sociedad, sólo la salvan, de ahí la importancia de su identidad secreta.

Entonces ¿cuál es la naturaleza de V? A diferencia de Batman que se hizo, Spiderman que se volvió accidentalmente o Superman que siempre fue, V fue creado y fue dotado de fuerza extraordinaria precisamente por aquellos a quien combate: fue creado por los miembros del partido totalitario en el poder. Y aún peor, fue gracias a él como ellos llegaron al poder ya que él fue el paciente del cual obtuvieron el virus y la cura: con el virus sembraron el miedo y la cura la ofrecieron a cambio de la sujeción del pueblo.

Y es aquí donde aparece una de las principales zonas en las que esta película se vuelve subversiva. Batman, Superman y Spiderman, por seguir nombrando a los tres más famosos, combaten a villanos que atentan y amenazan al sistema social de sus respectivos lugares. Cada vez que acaban con un villano acaban con la posible destrucción de la estructura social y política del lugar en donde actúan. Incluso los X-Men, del lado del Dr, luchan para que la sociedad humana no sea afectada y por la convivencia entre humanos y mutantes dentro del marco legal de la sociedad. Pero en V for Vendetta, en cambio, vemos que los villanos son precisamente los dirigentes de ese sistema social: V no quiere salvar a la sociedad de posibles amenazas, V quiere transformar una estructura social y política que ya, de hecho, tiene dominada a la población. Así, más que salvar al mundo, V lo que quiere es cambiarlo.

De esta forma, nos acercamos al meollo del asunto: la motivación de V ¿Qué lo mueve a hacer esto? La primera respuesta es que es una venganza: la película misma se llama así, su nombre lo simboliza, él mismo se lo dice a Evey. Pero ¿es realmente una venganza, una vendetta? En un sentido sí lo es ya que V mata a cada uno de los involucrados en Larkhill. Pero en otro sentido es mucho más. Creo que la clave está en el intertexto con El conde de Montecristo, en donde vemos, ahí sí, una venganza pura. Pero las venganzas suelen ser un actos individuales. Cuando V deja que sea Evey la que decida si tirar la palanca del tren o no, está evidenciando que su acto, su ser héroe es mucho más que una venganza. Y es muy evidente que lo es. Cuando V toma el canal de emergencia y esboza un discurso dirigido a toda la sociedad, cuando manda las máscaras, cuando pide que todos vayan a destruir el parlamento, a lo que está apelando es a una colectividad. V, a diferencia de los otros superhéroes, representa a su sociedad. Lo de V, al apelar a todos, no es ni una venganza ni un hacer justicia por la propia mano, lo de V es una revolución.

Para Adorno y Horkheimer V for Vendetta no sería más que una “incorrección calculada” (p. 173) dentro de la industria cultural, algo parecido a lo que Barthes, en Mitologías, describía como el método de la vacuna: la industria cultural permite una dosis de lo que podría ser amenazante y así es inmunizada. Se vuelve muy difícil, así, saber cual producto es fidedignamente subversivo y cual no. En mi opinión, V for Vendetta sí lo es, en primera, por su capacidad de reconstruir un género y adaptarlo a una película políticamente muy crítica, y, en segunda, por que mientras esta película nos siga haciendo pensar en muchas de las prácticas que distintos estados ejercen, como lo son exigir a la sociedad sujeción y silencio en nombre del “orden y la estabilidad”, o dominar a través del miedo, la intolerancia y la falta de libertad, V for Vendetta, como una película dirigida a un muy amplio público, aún tiene muchas cosas que aportarnos. Y si no, al menos se merece el beneficio de la duda pues, a final de cuentas, los más importantes seguirán siendo los receptores de esta película. Yo creo que sólo a través de las formas como se ha visto, de las lecturas que se le han dado, de los usos que ha tenido podremos realmente conocer el alcance y la importancia de una película así. Los receptores tienen la última palabra: por ahí va la cosa.


Nota: Las referencias a Adorno y Horkheimer las tomé de Dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid, 1994, pp. 165-211.