lunes, 25 de enero de 2010

Lecturas

Es común considerar que el trabajo de la crítica literaria es juzgar si una obra es buena o mala, lo cual la hace ver, básicamente, como el aburrido y típico profesor de secundaria que te corrige la ortografía y te dice si tu trabajo está bien o mal (en pocas palabras, si le gustó o no). No me gusta esta concepción para nada. Yo pienso que la crítica literaria no debe ser una especie de tribunal en el que se juzgue, con ese tono pedante y asqueroso de los jurados de serie de televisión gringa, si la obra es hallada inocente o culpable. Es decir, la crítica puede ofrecer mucho más que una sentencia que además suele ser más que dudosa. Nadie quiere ser el profesor aburrido de secundaria.
Pero si la crítica apunta hacia un trabajo creativo propio, entonces es otra historia. Y la forma de hacer esto es cuando se proponen nuevas lecturas, nuevas formas de entender un texto y de hacerlo revivir. Una lectura novedosa y con propuesta puede enseñar mucho, incluso sobre la obra más consagrada, pues, como dice Stanley Fish, una buena parte del significado que obtenemos de un texto surge a partir de la manera como lo enfrentamos. Así, una crítica que quiera crear un proyecto, un proyecto de lectura, de interpretación y de importancia, es una crítica que aspira y que da mucho más que aquélla que se preocupa en decidir entre una paloma y un tache.

Fragmento de una conversación oída

[...] nos resignamos a pensar que las cosas sucedieron de manera fortuita del modo en que sucedieron. Las cosas no pasaron nada más por que sí. Siempre hay una alternativa y cada vez que el mundo se enfrentó a un momento de decisión hubo una alternativa que no se tomó. Somos una especie de arqueólogos del recuerdo, queremos saber qué pasó y por qué [...]

miércoles, 20 de enero de 2010

Y dijo el Profeta: ".... ese día el cielo mostrará un color desconocido, y entonces sabremos que Su reinado llegó"

Tomado del Libro del Profeta de la biblioteca de Balad-Mûr.

lunes, 18 de enero de 2010

Said, Djaout, Laye

Entre las lecturas que he hecho durante estas vacaciones me he topado con tres que, además de ser excelentes, tienen bastante en común. La obra de Edward W. Said supera en magisterio cualquier presentación barata que yo le podría ofrecer en estos renglones. Es realmente una obra fascinante, que envuelve al lector en un mundo de ideas desarrolladas de la manera más perfecta que se puede pedir. Y una de las lecciones principales de su obra crítica es abrirnos los ojos ante la realidad de que en las obras literarias (y culturales en general) europeas no sólo se reflejan las relaciones entre las metrópolis imperiales y el resto de sus dominios sino que sirvieron y sirven todavía para determinar estas relaciones. Además de autores como Conrad, Kypling, Lawrence y Forster, donde es evidente el conflicto, novelas como Mansfield Park, que en apariencia no lo presenta, en el fondo sí lo hace, y Said demuestra de manera muy convincente la importancia de esto para la visión imperialista del siglo XIX británica. Pero también en los lugares colonizados se puede leer entre los textos esta relación tan significativa entre los dominantes intrusos y los dominados y todos los cambios culturales y de poder que de esta relación surgieron y que, a pesar de que la forma ha cambiando, siguen existiendo.
Las otras dos lecturas que mencioné son dos relatos escritos por autores africanos: el argelino Tahar Djaout y Camara Laye de Guinea. El relato del primero expresa claramente un conflicto de tipo imperialista a través de la narración de un viaje norte-sur donde se hacen palpables las diferencias culturales entre pueblos, todo unificado en la búsqueda de un cuerpo, víctima de la guerra de independencia argelina.
Pero es sobre todo el relato de Laye, titulado La Serpiente, el que me llamó la atención. Y es que en este relato aparecen una serie de elementos significativos que expresan dos visiones de mundo en un claro conflicto territorial. Por un lado están los elementos nativos:los ungüentos mágicos, las creencias del pueblo y las chozas donde habitan; por otro están los elementos occidentales: el ferrocarril, el taller del padre y la escuela. Y es un elemento el que destaca, una serpiente negra que es la que dota de poder mágico al dueño del taller, padre del narrador. Una de las cosas notorias es que el narrador cuenta cómo a todas las serpientes que se debían de matar las había visto en las vías del ferrocarril mientras que a la serpiente negra, la serpiente del poder, se la encuentra a medio pueblo. Se puede leer aquí tal vez un conflicto sobre el poder, sobre el poder nativo por encima del poder colonizador que trajo el ferrocarril. Puede ser. Pero lo que es un hecho es que el conflicto entre los dominados y los dominantes se vuelve más dramático cuando el narrador cierra el relato con la disyuntiva: quedarse con la serpiente negra o ir a la escuela; la última es la que tiene por obligación hacer, es la realidad, mientras que quedarse con la serpiente es la que hubiera querido. El conflicto entre el deseo de un lugar independiente a la colonización y la realidad del poder del colonizador.

Sueño y Realidad

Soñé que era una mariposa. Volaba en el jardín de rama en rama. Sólo tenía conciencia de mi existencia de mariposa y no la tenía de mi personalidad de hombre. Desperté. Y ahora no sé si soñaba que era una mariposa o si soy una mariposa que sueña que es Chuang-tse.

-Chuang-tse (369-286 a.C.)-

lunes, 11 de enero de 2010

Us and Them

Desde hace mucho tiempo, en verdad mucho tiempo, el hombre se ha hecho ciertas preguntas de muy difíciles respuestas y que nos atañen por que nos importan: ¿De dónde venimos? ¿Qué pasa después de morir? ¿Dónde estamos?, etc... La pregunta por el universo, por las estrellas, los planetas y demás es una de esas preguntas tan difíciles que nos hacemos y es una pregunta a la que se le ha tratado de dar muchas respuestas.
Desde hermosos relatos míticos (siguen siendo mis versiones favoritas) hasta respuestas "científicas", descifrar y conocer todo cuanto hay en el universo ha sido una obsesión del ser humano. Yo no sé nada de ciencia pero lo que sí se es que de todos los "descubrimientos científicos" lo único que hemos podido aprender es que no sabemos nada acerca de ese universo que está afuera de este planetita. Afuera hay una inmensidad inaprehensible por cifras científicas y cálculos mentales, lo que está ahí afuera supera ese método de conocimiento que ha sido el estandarte de la Verdad occidental por un buen rato ya, y la ciencia no puede menos que sacudirse ante la idea de que al ver como el universo nos supera, hemos aprendido una sola cosa: sabemos que ignoramos.
Saber que existe algo que no podemos saber "científicamente" es la condición actual. Sabemos que el universo es inmenso, que nuestro planeta es sólo un pequeño planeta en un sistema solar que es sólo uno dentro de una galaxia que es sólo una dentro de muchas galaxias en un complejisimo lugar al que no podemos acceder con los métodos tan caros al mundo occidental.
Y esto tiene, cuanto menos, un paralelo con algunas ideas contemporáneas en cualquier plano. Muchas de las teorías culturales más o menos actuales sugieren que no existe una Verdad absoluta y definitiva. Toda verdad es solamente una verdad en un mundo de verdades. Una verdad, una concepción, depende -dicen- del lugar y la situación de donde surge. No hay nadie exento de circunstancias que prescriben o moldean cada verdad. Estemos o no de acuerdo con esto, es una realidad que estas teorías existen. Y es que cada vez es más difícil llegar y decir: "esto es verdad" cuando estamos viendo como se sacude de temor, como se derrumba el pilar de la "certeza" que la ciencia propuso y que la cultura occidental, sobre todo, tomó como abrigo durante bastante tiempo. Estas teorías optan por otra salida: nuestra verdad es sólo una verdad rodeada de otras, muchas de las cuales simplemente ignoramos, tal como ignoramos todo eso que se reserva el universo.