jueves, 7 de abril de 2011

Crónica: Gays y Allies (Instrucciones para armar)

Les platico: en el lugar donde vivo, cada semana se pega una hoja en los baños con consejos de salud para leer mientras ya saben qué otra cosa se hace. Normalmente estas hojitas tienen que ver con cosas como las enfermedades de transmisión sexual y madres del estilo. Sin embargo, la de esta semana me agarró con la guardia baja. Se trata de de unas instrucciones para convertirte en lo que aquí se conoce como un ally: "una persona que aboga y se comunica con homosexuales siendo heterosexual y busca el bien común". El publicado no sólo es el colmo de lo políticamente correcto, es también un instructivo (hasta numerado está) sobre cómo debemos de actuar en la presencia de homosexuales, y es, por consecuencia obvia, directamente homofóbico.
No cae como sorpresa, pues, que el ingenuo que lo hizo se haya inspirado en el instructivo publicado por la Universidad Estatal de Arizona, estado que, como sabemos, pasó hace no mucho una ley contra migrantes de tintes racistas e intolerantes. El panfleto plantea distintas situaciones y da sugerencias sobre cómo actuar, por ejemplo, si "descubres" (find out) que tu roommate es gay. Para esto, propone cuatro pasos para poder "actuar correctamente": 1. Awareness 2. Knowledge 3. Skills 4. Action. No se necesita mucho para darse cuenta lo torcido que está esto.
Y es que esto hace evidente que esta es una sociedad interesada no en cambiar las premisas intolerantes de una sociedad injusta, sino en mantener una bonita apariencia discursiva. El bien común no se entiende como convivencia, se entiende como el cumplimiento de un acto de habla. Para poderte comunicar es necesario (nótese el vocabulario) "ganar habilidades", es decir, para vivir y hablar con estos "otros" es necesario adquirir herramientas, no es suficiente que sean personas pues. Acá no se trata de ver a la homosexualidad como algo perfectamente normal y común, se trata de aprender a detectar para entonces saber como tratar.
Se vale, pues, ser homofóbico y racista siempre y cuando lo seas en tu casa. Afuera, sólo es necesario aplicar las herramientas discursivas necesarias para mantener la apariencia de una sociedad tolerante y equitativa. Chingón ¿eh?

viernes, 1 de abril de 2011

Crónica: Haight Ashbury, Montmartre y el Pueblo Vaquero



El fin de semana pasado fui a Haight Ashbury, el llamado barrio hippie de San Francisco. Empecemos por no mentir: el lugar está chingón. Lo tienen muy bonito: hay buenas librerías, cafés chingones y bares divertidos. Pero de hippie no tiene más que la apariencia.
En realidad no sé podía esperar nada diferente, a fin y al cabo, eso es exactamente lo que pasa con la mayor parte de los lugares que alguna vez albergaron ideas contraculturales. Se vuelven, como diría Juan Villoro, parques de atracciones fuera del tiempo para turistas ilusos e "intelectuales". La única diferencia entre Haight Ashbury y Union Square, entre Montmartre y Champs-Élysées es lo que venden. Hampstead, Haight, el East Village: en todos pasa lo mismo. Dysneylandias del contraculturalismo.
[Interrupción: de la Condesa no voy ni a empezar a hablar. En este punto, el lector puede elegir entre dos alternativas: a) tomar todo lo que digo, agregarle meseros insoportables que se creen modelos del río de la plata y multiplicar todo a la potencia que sea; o b) aplicar el viejo truco de "ojos que no ven, corazón que no siente" y seguir adelante.]
Estos lugares, otrora distintos, se vuelven pretexto para vender mantas budistas e inciensos bajo el estandarte de la autenticidad y la diferencia, sólo por que fueron comprados en Haight. Para no hacernos tontos, sólo son otro sitio turístico en donde se puede comprar un souvenir de lo que alguna vez representó una idea y una forma de vida. De eso sólo queda el precio.
Y la realidad es que los dueños de esas tiendas y todos aquellos que mantienen el lugar así no tienen la culpa: para ellos, vender libros anarquistas y atrapasueños es sólo un mercado más. Los ilusos son los que salen de Montmartre con una acuarela que mi primo Paco puede pintar, o de Haight Ashbury con un tatuaje, ocho onzas de marihuana y El Capital. Tan triste como ir a Cuba y regresar disfrazado del Che.