miércoles, 16 de mayo de 2012

Error

                     "Ni la vida ni la muerte, sino la obsesión de una por la otra" Jaques Derrida, Las muertes de Roland Barthes

Hace unos cuantos días me preguntaba por qué nos gustan tanto, ahora, esas fotografías que fingen ser de otro tiempo. En realidad la pregunta tendrá que seguir sin respuesta, en realidad sean probablemente otros los que a posteriori vengan a explicarnos nuestra propia época, cuando nosotros tal vez ya ni estemos por aquí. Sólo puedo aventurar una idea, la única que tengo aquí y ahora.

¿Por qué anhelamos esas filtraciones de luz que en otro tiempo eran errores de las cámaras, por qué nos gusta que las fotos parezcan teñidas por el sol, por los años o por su reclusión en un álbum olvidado? La "parodia –decía Claudio Magris– es sobretodo nostalgia de algo perdido e inalcanzable, de algo que no podemos alcanzar y expresar directamente sino que sólo podemos aludir y evocar indirectamente"¿Qué es, entonces, aquello que tratamos de alcanzar en la repetición del error fotográfico pasado? ¿Será que nos damos cuenta que sólo somos el resultado de una serie de errores, de fallas y buscamos a tientas y en donde podemos, y sin mucho tino por cierto, aquello que nos podría explicar?

Como si las equivocaciones de las cuales somos producto se encontraran escondidas ahí detrás de una foto poco nítida, de un color mutado, de un traslape de tomas. Como si la reivindicación de los accidentes del pasado permaneciera como la única manera de aceptarnos tal cual somos. Pero es también la forma que tenemos de cantar a esa otra época que, a pesar de estos errores, nos resulta más feliz. Sabemos, en el fondo, que tampoco lo era, pero la parodia sirve justamente para sentir nostalgia de otra época, nostalgia que es siempre deseo de recuperar ilusiones y certezas ya imposibles de tener, y  también es, la parodia, uno de los recursos para expresar nuestra infelicidad. Por eso es cíclica: nos gustan estas fotos porque es nuestra forma de perdonar, de redimir las fallas de fábrica de las que somos resultado y a la vez las expresamos como un perdón, fotografiado de antemano, para todos aquellos a los que, lo sabemos, sólo vamos a poder heredar una nueva serie de errores.

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