viernes, 29 de junio de 2012

Cravan vs. Johnson

[Tuve a bien encontrar en una librería de esta ciudad el libro Maintenant (Caja Negra, 2010), recopilación de textos, crónicas, noticias y testimonios sobre o escritos por Arthur Cravan (Francia, 1887), mítico ser humano y, según una notica del New York Herald del 21 de abril de 1917 , "poeta, campeón de box amateur, crítico de arte y director de una revista". Transcribo a continuación una declaración hecha por Cravan sobre el boxeador Jack Johnson, quien derrotó al francés en una plaza de toros en Barcelona, año 1916]


Su izquierda es un poco baja, y es la mano que más utiliza, apoyándose sobre la pierna derecha. Es un boxeador defensivo. Johnson tiene algo de nuevo rico. Había comprado muebles en Barcelona por veintisiete mil pesetas y, poco tiempo después, cuando yo me encontraba con él en un hall de un hotel, cerca de otra persona, me dijo: "Háblale a ese tipo", haciendo alusión a sus compras. "Pero no lo conozco", protesté. "No importa, háblale igual", replicó el gran exiliado. Tiene algo de nuevo rico, pero  más aún algo de rey; sus párpados son reales: es una suerte de Luis XV. En el hotel, cada vez que se presentaba un periodista, decía: "Otro de esos inmundos reporteros". Para verlo, un periodista debía esperarlo de pie durante dos o tres horas. Cada vez que le presentaban una cuenta, decía: "¡Mañana, mañana!", y completaba la frase con un despectivo: "¡Pídanle dinero al campeón del mundo!"No digo esto para rebajarlo: es un estafador, y en otros momentos un verdadero niño. Fuera del ring es un hombre de escándalos -lo aprecio mucho por esta razón. Excéntrico, animado, es bueno por naturaleza y gloriosamente vano. Detrás de todo lo que tiene alguna relación con Johnson hay una jauría de policías. Siento por él una gran admiración. Lo había conocido un poco en París antes de que nos enfrentáramos en Barcelona para concluir el combate. Fue en un club nocturno y como yo me rehusaba a hacer lo que él quería, se enojó. Me golpeó en la mandíbula y la cosa terminó en una trifulca general. Al día siguiente se podía leer en los periódicos españoles: "Hubieran sido necesarios titanes para osar interponerse. Ninguno de los dos estaba en la mejor condición física. Rápidamente me quedé sin aire. Lo que más me molestaba era su izquierda: con ella me mantenía a distancia. Sin embargo, mide cinco o seis centímetros menos que yo. Es, en la estela de Poe, Whitman y Emerson, la gloria más grande de América. Si aquí hubiera una revolución, combatiría para que se lo entronizara Rey de los Estados Unidos. (The Soil, No.4)

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