En medio del
insomnio, bocabajo y bocarriba, E. recuerda una imagen de su infancia. Está con
su mamá en un Blockbuster lejos de su casa. Una vez en la fila, su mamá se
distrae en el momento en el que decide robar unos chicles o una pelotita
rebotadora y se los guarda en la bolsa. El robo sale a la perfección, ni una
sospecha, ni un impedimento, ni un imprevisto. Pero E. no puede disfrutar de su
triunfo: se arrepiente. Se pasa todo el camino
de regreso y buena parte de la película ansioso, seguro de que iría a
la cárcel, de que se darían cuenta. Lo atraparían por ladrón. Esa
noche, como esta otra, E. no puede casi dormir pues su cabeza sólo puede pensar en el castigo que pronto sufriría por haber hecho las
cosas mal.
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