lunes, 26 de julio de 2010

La novela: prototipos y niveles. III: La novela

Como ya he escrito en la primera entrada de la serie, la novela no sólo es un género inacabado sino que es un género devorador de otros géneros, literarios o no. No hay un patrón formal, temático o estilístico en el cual fijar el género novelístico pues hay novelas en prosa y en verso, largas y cortas, fáciles y difíciles; en la novela, además, caben poemas, canciones, cartas, diarios, diálogos y todos los demás géneros literarios o comunicativos existentes.
Y, sin embargo, todos los lectores tenemos una idea de lo que es una novela. Cuando escuchamos la palabra "novela" pensamos en una obra literaria con determinadas características Es aquí donde cobra interés el modelo de la lingüística funcional. Tal vez la novela no sea un género definible por normas estructurales (tipo el soneto) sino que es un género definible a través de efectos de prototipicidad.
El prototipo de novela sería, entonces, algo así como a)una narrativa en prosa que b) se sitúa en el plano de la ficción y que es, por lo general, c) un relato largo en el que hay cabida para detalles e historias paralelas. En este sentido, miembros prototípicos serían grandes clásicos (por algo son clásicos) como Don Quijote, Crimen y Castigo, La guerra y la paz o Madame Bovary, por ejemplo, y miembros periféricos serían, por mencionar algunos, Eugenio Oneguin, Rayuela o la obra de Baricco. Es evidente, por otra parte que el efecto de prototipicidad, es decir, que el género novelístico depende totalmente de nuestra experiencia cultural e histórica ya que el género se define por las lecturas y rupturas que se hacen de una tradición de obras clásicas. No tendría tanto valor la poética de Joyce si no fuera por su ruptura de distintas convenciones establecidas por las novelas prototípicas en cuanto a, por ejemplo, el narrador o el flujo de conciencia. Así pues, igual que los novelistas clásicos fueron auténticos forjadores de un género, así también lo son aquellos autores que logran romper exitosamente con éstos, modificando y haciendo crecer un género de por sí imperfecto.
Así, cuando nos referimos, en general, al género novelístico no estamos sino refiriéndonos al nivel básico, prototípico del género: "prosa narrativa de ficción más o menos larga", nivel que hallaría su nivel superordinado en la narrativa, único elemento común a toda novela, y su nivel subordinado, es decir, su verdadera existencia, en cada novela particular que desafía, imita y dialoga con ese histórico y abstracto efecto de prototipicidad. La novela va a existir siempre pero el modo como lo haga, la forma como se autodefina genéricamente tiene que ser insospechada pues es justamente la cualidad de apertura la que hace de la novela uno de los géneros más atractivos, complejos y desafiantes de la literatura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario